Siempre he visto a los profesores como seres integrales y de admirar. He tenido el privilegio de sumar algunos a mi lista de amigos. Pero, ahora más que nunca, confirmo mi teoría de la CONSTANCIA, gracias a esta historia, que hoy, con mucho gusto, comparto con todos ustedes ¡Qué la disfruten tanto como yo!


en una total y profunda decepción, sin darnos cuenta que todo en esta vida tiene una razón, una solución y un por qué…Es allí cuando entra en consideración, una frase que a veces es muy trillada pero muy cierta: “El Tiempo de Dios es perfecto”.

En mi caso, desde que nací he tenido que superar pruebas y obstáculos que me han hecho ser cada día más grande, más fuerte, más humana y sobre todo conservar algo llamado humildad y vocación de servicio, y lo más importante, mantener mi esencia como persona. Una de las pruebas o retos más grandes que me ha tocado vivir, ha sido el lograr obtener una carrera universitaria y graduarme de Ingeniero. Nadie dijo que sería fácil, pero tampoco que sería un recorrido que en diferentes momentos, se hizo súper largo. Fue una prueba que me permitió demostrar lo lejos que cualquier persona puede llegar con constancia, sacrificio, fe y amor.

Desde que empecé en la escuela, siempre me esmeré en hacer todo lo más perfectamente posible, por ser siempre una excelente alumna, una buena persona, cuidar cada detalle y por tener altas calificaciones, porque me gustaba salir bien y ser aplicada y correcta en mis actividades académicas. En esa etapa, viví momentos hermosos y a la vez, muy amargos, porque muchos de mis compañeros no entendían mis ganas de salir adelante y superarme, lo veían mal y eso causaba incomodidades. Sin embargo, eso me demostró quienes eran mis verdaderos amigos y jamás eso disminuyó mis ganas de ayudar a cualquiera que lo necesitara, así no lo merecieran. Eso logró que muchos de ellos que tenían diferencias conmigo, entendieran la realidad de las cosas y de esta manera, ganaba su respeto.

A medida que fui creciendo, a pesar de que cada día brillaba más, los recursos económicos en mi hogar fueron disminuyendo, la situación se hacía dura y con todo y todo al final, logré graduarme de bachiller. Fue en ese momento que la situación se puso más chiquitica y ahí es donde empieza mi reto por lograr convertirme en lo que siempre había soñado, ser toda una profesional, ser Ingeniero.Apliqué en diferentes Universidades y no logré entrar, sin duda, eso no disminuyó mi ánimo por estudiar y me inscribí en una reconocida universidad pública, donde la educación es a distancia.

Desde que cumplí 16 años, mi vida ha cambiado bruscamente 360 grados, durante muchas ocasiones. Luego de graduarme de bachiller, tuve que salir a trabajar para mantener mi hogar y costear mis gastos, cambiamos varias veces de hogar por razones ajenas a nuestra voluntad. En fin, sucedieron una cantidad de situaciones que hicieron que ese camino se alargara aún más y mi meta se hiciera más lejana, no obstante mis ganas de luchar y seguir siempre fueron más grandes.

Durante este recorrido, muchas personas pasaron. Dios se encargó y siempre se ha encargado de colocar a las más indicadas para mí, ya que cada una de ellas dejó y deja una gran enseñanza y un gran aprendizaje. En este camino, conocí a una persona muy especial, a mi querido Leonardo García, que de ser un simple alumno, se convirtió en un gran amigo, en un hijo para mí. Nunca supe de su condición, hasta el día que me mostró una de sus entrevistas. Luego de esto, comprendí que Leo debía estar en mi vida para demostrarme que todo lo que uno se propone con Amor, Espíritu, Fuerza, Fe e Inteligencia, siempre se puede lograr.

Nunca jamás lo he dejado caer, siempre que se deprime, le digo: “¡Vamos Leo, si se puede! ¡Tu puedes!” aun cuando yo misma quería tirar la toalla y no seguir insistiendo en graduarme, aun cuando tuve una situación sentimental tan depresiva, donde pude dejar todo de lado cuando ya faltaba poco para llegar a la meta y parecía que todas las puertas se cerraban. Fue esa meta de ser toda una Ingeniero de Sistemas y de hacer sentir orgullosa a mi familia, que no me dejó caer, me mantuvo en pie y con ganas de luchar, sacando fuerzas de donde no las tenía, esforzándome por terminar cada detalle, superando todo obstáculo, por muy alto que fuese y sacando fuerza de donde no la tenía aun cuando me sentí tan abatida y triste.Luego de 12 años de sacrificios, alegrías, tristezas, de ver gente que estuvo conmigo y Dios la llamó a su lado, luego de tantos tragos amargos y de tantos logros… lo logré, expuse una tesis contra todo pronóstico y … ¡¡me gradué!!

A través de mi experiencia y de este testimonio, solo puedo decir que Dios nos pone pruebas que están a la altura de nuestras capacidades. “Dios aprieta pero nunca ahorca”.Siempre le agradeceré a Dios por estar conmigo guiando mis pasos, por ser mi fortaleza y mi guía, por ayudarme a lograr cumplir con esta meta tan importante para mí, por estar cuidando mis pasos durante todo el período de estudio y por colocar en mi camino a todas aquellas personas que me han asistido y apoyado a lo largo de este período.A veces, con dar una palabra de aliento o una simple sonrisa, podemos cambiar el mundo o la vida de muchas personas. Así que siempre que se pueda hay que tender esa mano amiga para servir y ayudar a todo aquel que lo necesite.

Termino estas líneas con un fragmento de este poema de Santa Teresa de Jesús:

«Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta.Sólo Dios basta…»

Donna Lee Cividanes García


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